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sexta-feira, 28 de setembro de 2012

Venezuela: eleicoes - Carlos Romero


RÉGIMEN Y ELECCIONES EN VENEZUELA 
Carlos A. Romero 
21-09-2012 

1.-El Marco Histórico 

En Venezuela se dieron unos cambios fundamentales desde 1999. Luego de una experiencia democrática centrista que duró cuarenta años, un grupo de civiles, militares retirados y militares activos llegaron al poder con un programa diseñado para refundar el país. 

A su vez, Venezuela ha tenido desde esa fecha, una figuración internacional importante, no sólo por el impacto de ese proyecto político sino también porqué se ha convertido en el país del mundo con mayores reservas de petróleo y porqué se ha comenzado a desarrollar una de las cinco mayores obras de ingeniería actuales del planeta: la zona de explotación petrolera denominada la Faja Petrolífera del Orinoco. 

En este contexto ha transcurrido un proceso que hasta ahora tiene tres características fundamentales. 

En primer lugar, el protagonismo de unas nuevas elites que desplazaron generacional e ideológicamente a las anteriores, destacándose el personalismo de su líder, el Presidente de República y permanente candidato presidencial, Hugo Chávez. 

En segundo término, la búsqueda de un estrategia tendiente a conservar y ampliar una mayoría política, tanto institucional como electoral que consolide un cambio de régimen con características populistas, autoritarias y socialistas. 

En tercer lugar, el hecho de contar en la mayoría del tiempo transcurrido de un excedente económico que ha profundizado el carácter rentista de la sociedad venezolana y el tutelaje social por parte del Estado. 

Esta circunstancia genera una plataforma de compras gubernamentales, de gasto social y de transferencias directas a la población más necesitada, lo que garantiza la continuidad del régimen y la incidencia del sector público sobre la distribución del ingreso, contando con la ayuda de una holgada pero creciente deuda pública. 

Así que en términos generales, la experiencia chavista se ha desarrollado durante más de trece años sin grandes dificultades, aunque con unos enormes costos para un sector de la población, la clase media, en el marco de una polarización social e ideológica que en forma paralela y 
contradictoria ha tenido que soportar los desajustes del orden social que significan la violencia urbana y rural, la inflación, el narcotráfico, la impunidad y el ventajismo de un régimen que usa los bienes y los servicios públicos a su favor. 

De hecho, la intención de implantar una sociedad socialista y revolucionaria no se ha logrado plenamente, no sólo por la incompetencia y la falta de eficiencia demostradas en la ejecución 
de la mayoría de las políticas públicas, sino también por la contradicción básica que significa la aspiración de imponer un modelo estatista y excluyente en una economía en crecimiento y cuyas bases fundamentales no son el aporte privado al fisco y la inversión nacional y 
extranjera, sino la regalía petrolera. 

Un grupo importante de venezolanos se han negado a aceptar los planes hegemónicos de esta propuesta y han hecho de la resistencia democrática un compromiso que en diversas ocasiones y por diversos medios ha tratado de frenar esas aspiraciones de control; en algunos 
momentos con éxito y otras veces con severas derrotas, como pasó durante la acción golpista del año 2002. 

De alguna manera y al contrario de lo piensan algunos observadores de la realidad venezolana, la fachada democrática del régimen no es una concesión a la presión democrática de gobiernos, entes multilaterales y organizaciones no gubernamentales; es decir, una especie de “maquillaje político”, sino más bien el resultado de esa resistencia democrática que 
transcurre en medio de grandes limitaciones, del transitar de presos y exiliados políticos y del sostenido torrente de descalificaciones gubernamentales hacia quienes se oponen al proyecto mencionado. 

En cuanto al entorno internacional, la situación estable en las relaciones políticas y económicas con Estados Unidos y la Unión Europea, el reacomodo de las relaciones con Colombia, la entrada accidentada de Venezuela a MERCOSUR, la creación de la UNASUR y de la CELAC, la celebración de la reunión fundacional de esa nueva organización en Caracas, más el manejo a su favor de la enfermedad del Presidente han generado un resultado positivo para el Gobierno. 

A esto se le debe agregar el mantenimiento de las relaciones comerciales con la mayoría de los países socios de Caracas, los altos precios del barril de petróleo venezolano, el mantenimiento de la capacidad crediticia del Estado, una mayor fluidez en el otorgamiento de divisas por vía de un control de cambios, la ejecución de las expropiaciones y estatizaciones, 
la constitución de empresas mixtas con capital extranjero privado y estatal y la ampliación de la condición importadora del país, lo que ha hecho del mercado venezolano un espacio muy apetecible para el comercio internacional. 

Sin embargo, se pueden notar en las relaciones internacionales de Venezuela tres obstáculos para la cabal realización de la diplomacia bolivariana. 

Nos referimos en primer lugar, al reacomodo de la oposición democrática venezolana en el mundo, en donde se ha pasado de una posición eminentemente crítica del orden interno, en cuanto a los limites a la democracia y la violación de los derechos humanos, a una nueva fase 
proyectada hacia el futuro, en referencia a la presentación de un nuevo liderazgo con nuevos planteamientos para gobernar y de políticas públicas y con propuestas concretas para el acercamiento a diversos actores estatales, multilaterales y trasnacionales, luego de muchos 
años de padecer una relativa indiferencia por parte de la comunidad internacional. 

Un segundo obstáculo estriba en las dificultades que han tenido el Gobierno y el partido de gobierno (PSUV) en sostener y ampliar la cobertura política, social y mediática que ha recibido apoyo logístico y financiero de Caracas. 

Esto va acompañado de la reducción de los espacios ideológicos radicales en América Latina y el Caribe, lo que ha dado lugar a un repliegue de las actividades “revolucionarias” del gobierno de Chávez y del oficialismo en todo el continente y en otros lugares del planeta. 


Pero a pesar de estas consideraciones, el gobierno de Venezuela ha podido mantenerse con una política ambigua que le permite sostener sus vínculos diplomáticos formales y a la vez pertenecer y promover las causas progresistas. (Aunque con graves acusaciones de injerencia 
en el ámbito interno de algunos países.) 

Un tercer obstáculo es en si mismo el cúmulo de consecuencias geopolíticas que han significado para Venezuela la “Primavera Árabe”, la invasión de la OTAN a Libia, el derrumbe del régimen de Gadafi, la presión internacional sobre Siria e Irán, el control de Arabia Saudita y otro regímenes conservadores sobre la OPEP, la Liga Árabe y la Unión 
Africana, la situación interna de Corea del Norte y las protestas internas en Rusia, lo que tiene a los gobiernos pro-occidentales en una actitud favorable al mantenimiento del estatus-quo. 

Es importante resaltar que el último paquete de sanciones aprobado por Estados Unidos, la Unión Europea y otros países contra Irán ponen en jaque los negocios e inversiones que Venezuela mantiene con Teherán, ya que ellas apuntan ahora directamente a los sectores petroleros, petroquímicos y bancarios. Nuestro país y la República Islámica han fortalecido sus vínculos con la firma de más de 200 convenios en áreas de la agricultura, finanzas, vivienda, petróleo e industria, y hasta el tercer trimestre de 2011 el comercio binacional se elevó 182% con respecto al año 2010. 

A esto se le debe agregar, el estancamiento del proceso cubano y la tímida apertura económica en la isla caribeña, lo que demuestra un alejamiento ideológico entre Cuba y Venezuela, en tanto que el régimen cubano quiere dejar atrás el modelo marxista ortodoxo y en cambio, el gobierno venezolano ofrece ampliarlo a partir del año 2013, en el caso de que el presidente Chávez gane las elecciones presidenciales pautadas para el mes de octubre de este año. 

Por ello, la proyección del socialismo del siglo XXI ha confrontado una serie de limitaciones externas. 

El gobierno de Chávez no ha logrado construir una alianza anti-occidental con China y Rusia y en América Latina y el Caribe y tanto los gobiernos modernizadores y centristas como los de izquierda progresista se han colocado al margen de las pretensiones revolucionarias de 
Caracas impulsando más bien un modelo mixto de economía basado en la compensación social y en el neo-extractivismo, con un fuerte protagonismo de la empresa privada nacional y extranjera. 

2.-La Coyuntura Actual 

La situación general de Venezuela es relativamente normal en los estratos sociales de menores ingresos que es donde reside el grueso de la población que tradicionalmente ha respaldado el discurso populista del presidente Chávez. La coyuntura electoral, intensificada esta vez por el 
avance opositor y el miedo a perder las elecciones, ha permitido un uso indiscriminado de los recursos del ingreso extraordinario petrolero para que estos se conviertan en votos e incidir, posiblemente de modo significativo, a que se produzca la reelección del actual presidente de 
Venezuela. 

Casi todas las encuestas acreditadas y serias le dan para el día de hoy una ventaja al presidente Chávez que oscila entre el 5 y el 10 %. De ser certeras estas mediciones se puede evaluar esta ventaja como no decisiva, pero de mucho impacto para inclinar la balanza a su favor y dar al Presidente como el favorito para ser reelegido faltando apenas días para las elecciones programadas para el 7 de octubre. 

Algunos acontecimientos siguen gravitando sobre el verdadero estado de salud del presidente. Desde junio del año pasado Chávez se ha sometido a dos cirugías de cáncer, de cuya gravedad se sabe muy poco y cuya recaída la ha hecho más misteriosa, guardando características de secreto de Estado. 

Por otra parte, la delincuencia y los problemas de inseguridad siguen siendo problemas muy sentidos y sufridos por la población en todos sus estratos sociales. En este tema, el Gobierno sigue trivializando y banalizando su verdadera dimensión. Todos los indicadores 
internacionales dejan claro que Venezuela es uno de los países con mayor criminalidad por habitante del planeta. 

La Fuerza Armada Bolivariana, tal como se conoce a la institución armada venezolana ha experimentado un profundo cambio desde el año 1999, al pasar de ser una institución autónoma, a ser un cuerpo armado a la orden del presidente Chávez. De hecho, cuando el presidente de Venezuela reitera que sus fuerzas armadas son chavistas, no está diciendo algo disparatado. 

Esta organización se ha “colonizado” por un grupo de militares retirados y activos que están a favor de la revolución bolivariana. Algunos de sus altos mandos han insinuado en forma pública que no reconocerán un triunfo del candidato opositor en las elecciones de octubre de este año. 

Es dentro de este contexto que la Fuerza Armada se convierte en un tema prioritario para el Gobierno, en el momento en que se genera una gran incertidumbre sobre la salud del presidente Chávez. Por su parte, la oposición trata de impulsar una política de acercamiento a una parte de los sectores castrenses, a fin de promover la idea de que un triunfo contrario a Chávez no significa una calamidad para la institución armada sino más bien una oportunidad para rescatar su institucionalidad. 

En otro orden de ideas, desde el punto de vista legislativo la llamada “revolución bolivariana” ha venido radicalizando su agenda intervencionista y estatista. Se trata de un paquete de leyes que comenzó en el 2007 y se aceleró en el 2010-11-y que atentan directamente contra la libertades económicas frenando la producción y acorralando al sector privado de la economía. 

La visión económica de la “revolución” se condensa en el modelo productivo socialista, tal y como reza en el Plan de Desarrollo Nacional Simón Bolívar (2007-13). Se desprende que este control total puede basarse en la propiedad de los factores de producción o en la regulación de los mismos. Un ejemplo claro es la Ley para la Defensa de las Personas en el Acceso de Bienes y Servicios promulgada por primera vez dentro del paquete de los 26 decretos-leyes en el marco de la Ley Habilitante y reformada en 2009 y 2010, para permitir la ocupación 
temporal de los factores de producción y colocar a los derechos de propiedad en situación de “concesión” frente al Estado venezolano. 


3.-Las Elecciones Presidenciales de Octubre de 2012 

En este marco se proyectan las ya cercanas elecciones presidenciales del 7 octubre de 2012, ocasión en la cual se presenta de nuevo una alternativa fundamental: o se refuerza el orden establecido en 1999 con el hasta ahora líder, presidente y candidato Hugo Chávez, o si el candidato de la oposición Henrique Capriles Radonski gana las elecciones. 

Hay dos datos que se quieren comentar. En primer lugar las dudas sobre si realmente Chávez está grave, dado que sigue en plena actividad, a pesar de su semblanza no muy buena y sus periódicas sesiones de radioterapia en La Habana. En segundo lugar, la posibilidad de Henrique Capriles de remontar la distancia que le separa de Chávez. En tercer lugar, el alto número de indecisos que anda por el 23% del total de los votantes registrados. 

La tónica del presidente Chávez es la amenaza. La amenaza de nacionalizar empresas privadas que supuestamente están conspirando (en verdad, es una estrategia para que los empresarios no ayuden financieramente a Capriles); la amenaza de denunciar internacionalmente de que hay una conspiración en marcha por parte del gobierno de Estados Unidos y de la oposición; la amenaza de profundizar un gobierno revolucionario y estatista y la amenaza de liquidar lo que queda de capitalismo en Venezuela. 

Por otra parte, tanto el Gobierno como el PSUV están dedicados en desprestigiar la candidatura de Capriles diciendo que se conocen planes de la oposición para cambiarlo por otro abanderado ya que él no da la talla y que él representa “lo más granado de la derecha internacional”. 

Es decir, el Gobierno y el PSUV están dedicados a mantener una estrategia confrontacional y polarizante. Algunos analistas piensan que este tipo de estrategia no está dando resultados y que es más atención que le prestan los sectores populares a los planes del gobierno que a las 
amenazas de este tipo. Capriles por su parte insiste en su discurso conciliador y está recorriendo todo el país con una estrategia de penetración de los sectores populares. 

Paralelamente está el hecho de una “guerra de las encuestas” en donde los datos son tan disímiles que más bien generan una gran desconfianza. Lo que si está claro es que el promedio de las cinco encuestas realizadas en el mes de agosto de 2012 dan ganador a Chávez con un 5 -10% de ventaja, pero Capriles aumentando su porcentaje. 

El Gobierno y el PSUV coordinadamente están promoviendo la idea de que el país se va a pique si Chávez desaparece de la escena política. Al mismo tiempo se ha acrecentado el papel ventajista del oficialismo, en el uso sin límites de los recursos del Estado, en el control de los poderes públicos y en la neutralización de los factores internacionales (en el sentido de que no todavía no hay una amenaza real por parte de un gobierno o una alianza internacional en contra del gobierno de Chávez). 

Por lo tanto, el panorama venezolano no es tan pesimista como lo definen algunos sectores de la oposición y parte de la prensa internacional que está dedicada a desprestigiar al Gobierno y definirlo como un Estado terrorista, fallido y socio de Irán. Es más bien una situación intermedia, en donde florece no sólo el excedente económico que tiene el Gobierno sino el control social que tiene, o bien por la vía del clientelismo o bien por la vía de la fatiga social. 


A nuestro modo de ver, nos encontramos más bien en una situación de parálisis política, dado que efectivamente nadie quiere predecir el futuro del país. 

Pero bajo ninguna circunstancia Venezuela va hacia el abismo. Aquí hay unas instituciones, mal que bien un ejercicio de gobierno por más de 13 años, una dirección política que no va a dejarse quitar fácilmente el poder y una opción opositora en crecimiento. 

Esto es lo que hay que ver. Chávez es el candidato presidencial oficialista y Henrique Capriles sigue en su rol de candidato de la oposición, lo demás es pura especulación. 

4.-Los Escenarios 

Con base en todo lo analizado surgen tres escenarios posibles. El primero de ellos, que el líder-presidente-candidato gane las elecciones presidenciales de octubre. 

En este sentido hay que precisar que Capriles le falta colocarse como líder de la mitad más uno de este país polarizado y tratar de romper la ventaja que tiene Chávez. El Gobierno tiene claro que corre un riesgo de perder las elecciones y por lo tanto quiere ganar la pelea electoral destruyendo políticamente al candidato unitario y que el 7 de octubre sea simplemente la ocasión para verificar el acontecimiento. 

Para ello ha desatado una poderosa “guerra sucia” por todos los medios de comunicación del que ejerce una hegemonía indiscutible, comenzando por las cadenas de radio y TV donde el presidente-candidato se encadena en ellos hasta 8 horas diarias haciendo proselitismo electoral y rompiendo todas las reglas de igualdad que normalmente en una democracia auténtica siempre se respetan y apoyado en un árbitro electoral “parcializado”, el Consejo Nacional Electoral, cuyos 4 de sus 5 miembros de la directiva del organismo actúan de facto como militantes del partido del Presidente. 

La campaña de descrédito a la oposición se realiza por todos los flancos: 1). Atacar el carácter del candidato; destruir sus fortalezas (actitud amistosa, amplia, sonriente y solidaria) y convertir sus debilidades, (no ser un gran orador, por ejemplo), en factores para la descalificación; 2). Responsabilizarlo de todo lo negativo que ocurra en el estado Miranda, en donde Capriles fue gobernador y, más aún, declararlo culpable de incidentes y accidentes, especialmente de la criminalidad, que como se sabe está desatada en todo el país; 3). Acusarlo de promover la violencia en su campaña mediante la generación de sucesos provocados 
deliberadamente. 

Cada vez que Capriles recorra una zona popular se busca generar una zozobra para luego acusarlo de provocarla. Se procura crear en el imaginario colectivo la idea de que una presencia de Capriles sería el sinónimo de violencia. 

A nuestro modo de ver son tres las causas principales que pudieran explicar porqué se mantiene una distancia tan grande, entre un 5 y un 10 por ciento entre Chávez y Capriles: En primer término por el ventajismo del gobierno y la recuperación de la salud de Chávez. La campaña oficialista con Chávez al frente ha disipado cualquier duda de que él es el candidato oficialista. Esto no significa tan sólo su liderazgo sino también el uso indiscriminado de los recursos del Estado a favor de la campaña presidencial. 


En segundo lugar, por las carencias personales del candidato opositor. Él se ha quedado estancado en un lenguaje abstracto, que es muy negativo para su imagen y que no dice nada en concreto. 

En tercer lugar, porqué cada uno de los factores que lo apoyan tienen sus propios intereses. Sobre este particular cabe destacar la conducta que está jugando el partido Primero Justicia que trata de acaparar la campaña, que tiene un pacto con el gobierno y el oficialismo para 
respetar los resultados electorales y que se proyecta como el primer partido de la oposición, cosa que lo llevó a tener su propia tarjeta en el tarjetón electoral, al contrario de la mayoría de los opositores que van con la tarjeta de la unidad-MUD. 

El segundo de los escenarios descansa en la tesis de que el candidato Capriles pueda ganar las elecciones. 

El desgaste del ejercicio del poder, las disputas internas dentro del chavismo, la eventual ausencia o incapacidad del presidente Chávez de ejercer la presidencia y el espectro de una Venezuela sin Chávez pudiera darle a Henrique Capriles una mayor oportunidad de ganar las elecciones, aunque hay algunos analistas que ahora dicen que si gana, se va a encontrar con un régimen que lo controla todo y que va ahogar su gestión. 

Una victoria de Capriles, por el contrario, abriría un período de transición en Venezuela a favor del rescate de la vida democrática del país y se reducirían en forma progresiva esos controles. 

La oposición democrática reunida en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) programó para el 12 de febrero de este año unas elecciones primarias abiertas para la escogencia de su candidato para las elecciones presidenciales del 7 de octubre. Henrique Capriles, hasta hace poco gobernador del Estado Miranda, fue elegido con más del 60% de los votos como candidato único de la oposición en las que participaron tres millones de ciudadanos, lo que equivale a 18 por ciento del padrón electoral. 

Por otra parte, no podemos pasar el hecho que en los últimos meses dada la enfermedad de Chávez y sus continuos viajes a Cuba para el tratamiento debido hizo que el ejercicio de poder se haga itinerante sin que el Presidente nombrara un sucesor en el caso que no pudiera presentarse como candidato. Esta situación ha producido unas disputas en el seno de su partido PSUV y la búsqueda de acomodos de dirigentes en todos los niveles de esa organización oficialista 

Un tercer escenario, lo denominamos “el escenario basura”, en cuanto que en un recipiente de aseo uno lo rellena con cualquier cosa. Aquí es el turno es el de los apostadores, especuladores y tremendistas. 

Como dijimos antes, prevalece la tesis de que sin Chávez, Venezuela va al caos y que se van a suspender las elecciones, seguido por la idea de que los militares van a tomar el poder de forma directa, que el pueblo chavista se va a desatar en una espiral de violencia, que se generará un vacío político, que hay negociaciones entre chavistas no pro-cubanos y sectores de la oposición para hablar y concretar ideas sobre una Venezuela sin Chávez, que el régimen se derrumbará por su incapacidad y la ausencia del líder o que se suspenderán las elecciones presidenciales de octubre. 


5.-Conclusiones 

En 1999 Venezuela le dio un cheque en blanco a una alianza electoral que prometió cambiar a un país que en ese momento le pasó factura a un período democrático que no supo regenerase y adaptarse a los nuevos tiempos. 

Pero la idea de cambio no incluía ese Caballo de Troya que es la tesis del socialismo del Siglo XXI y esa orientación hacia la izquierda radical que en medio de grandes contradicciones se ha querido aplicar en el país. 

Ahora estamos en la presencia de un nuevo momento en que los venezolanos evaluarán la gestión de gobierno y la opción electoral de la oposición, en medio del hecho de lo que significa la enfermedad de Chávez y su permanencia como candidato presidencial y en la 
presidencia de Venezuela. 

El presidente Chávez ha decidido profundizar su camino autoritario y radical. Los últimos nombramientos en la estructura de poder, la profundización de la política de control económico y sus conductas internacionales apoyan este planteamiento. A esto hay que agregar el relanzamiento de sus instrumentos propagandísticos, la reforma de la Ley Orgánica del Trabajo y las nuevas misiones sociales. 

El presidente Chávez se siente motivado al realizar estos movimientos. Las condiciones económicas de este año parecen ser positivas para seguir con su política de gasto público, deuda pública y de inversión social basada en el consumo, lo que genera una “sensación de bienestar económico” en la población, a la par que se flexibilizan algunos precios de productos que estaban regulados y que están por lo tanto regresando al mercado y se aprobó la nueva Ley Orgánica del Trabajo que beneficiará al trabajador (aunque es un fuerte golpe a los empresarios ya que retorna el concepto de prestaciones sociales acumuladas). 

En segundo término, casi todas las encuestas reconocidas le dan a Chávez el primer lugar en las preferencias electorales, entre un 5 y un 10 por ciento de ventaja. A su vez, todas las mediciones coinciden en que un 60% de los encuestados manifiestan creer que el Presidente mejoró su salud y que puede competir en las elecciones presidenciales sin problemas mayores. 

El Gobierno y el partido de gobierno han dado algunos pruebas de que van a seguir en su habitual política de insultos y de descalificaciones, manteniendo las líneas principales que han desarrollado desde 1998: dividiendo el país entre patriotas y antipatriotas; acusando a la 
oposición de que ella es la representante del “imperialismo” y de la “anti-patria” y relacionándola con intentos de golpe de Estado y de terrorismo. 

Desde luego que lo más peligroso y más difícil de responder es el tema del no reconocimiento de la victoria de la oposición. Esto tiene dos etapas. La primera que ya empezó, es la de intimidar a la población sobre que Capriles revisará y cancelará los planes de tutelaje social que desarrolla el Gobierno. 

La segunda idea es que su triunfo, de ser cierto, no es legítimo y que los poderes públicos no lo van a reconocer, aún cuando llegue a ocupar la presidencia del poder Ejecutivo. Desde luego que esto pudiera llevar a un descontrol del país, sin poder proyectar a ciencia cierta sus consecuencias. 


Este es otro punto del cual Chávez insiste en las reuniones y conversaciones que sostiene con Jefes de Estado y de Gobierno: que sólo él puede garantizar la estabilidad política de la Nación, que un triunfo de Henrique Capriles llevaría al caos y a la guerra civil al país, porqué 
se darían una serie de divisiones entre la oposición y el nuevo gobierno y que el “Chavismo” tendría una política de oposición muy fuerte. 

A pesar de la estabilidad estructural que tiene el gobierno de Chávez, aparecen a cada momento unas grietas en su proceso. En primer lugar, las denuncias del ex -magistrado Aponte-Aponte que de alguna manera certifican cómo se ha desarrollado el narcotráfico en el país y como ha penetrado la estructura del Estado. 

En segundo lugar, se observa cómo el gobierno de Chávez sigue insistiendo en promover alianzas internacionales “dudosas” con Siria e Irán, con Hamas, Hezbolá y otros movimientos políticos de izquierda y que no cumple con el modus vivendi alcanzado con el presidente 
Santos de Colombia, en la medida en que se comprueba que está financiando la agrupación de izquierda recientemente formada en Colombia y con muchos nexos con la guerrilla llamada “La Marcha Patriótica”. 

En tercer lugar, es visible cómo el presidente Chávez y el PSUV profundizan su campaña electoral en forma radical, amenazando a los opositores, burlándose de Henrique Capriles e insistiendo en que la oposición no volverá a tomar el poder en Venezuela. 

A nivel internacional y regional cobra más fuerza el debate sobre el modelo venezolano representado por Chávez y la opción democrática que representa Capriles, pero no se le dio una prioridad a este tema y no se incluyeron en la campaña electoral la labor de las organizaciones no gubernamentales con sede en Caracas que de manera sustantiva han 
ejercido una labor de fiscalización del proceso electoral, del CNE y de denuncia del ventajismo del Gobierno. 

Pero a pesar de la parálisis que produce la enfermedad del presidente Chávez y la creciente popularidad del candidato de la oposición, pasan muchas cosas en Venezuela, -las que hemos visto y otras por verse-, como el retiro del país de la Comisión Interamericana de Derechos 
Humanos, decisión que es entendida por algunos analistas como el primer paso para salirse de la OEA. 

Los datos que se tienen en el seno de la oposición es que el Gobierno y el oficialismo están preparando una fuerza de choque que incluye el respaldo militar para desconocer una hipotética victoria de Capriles o para mitigar las denuncias de fraude. De ahí se desprende porqué el presidente Chávez ha sido tan agresivo con la oposición en sus últimos discursos frente a las oficiales de la Fuerza Armada. 

Por ello, se proyecta un resultado electoral controversial, seguido de acusaciones de fraude electoral por parte de la oposición. En medio de esa discusión se ubica una población con una agencia social que reclama soluciones concretas a sus problemas cotidianos. 


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